Una mujer que no duerme
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Fernando Muñoz Castillo
Con textos de la famosa escritora (Premio Casa de las Américas) Clarice Lispector,
las argentinas Juliana Muras y
Verónica Mc Loughlín crearon una dramaturgia totalmente realizada por mujeres
que decidieron estrenar en Mérida para el 2º Festival Iberoamérica en escena,
organizado por La Rendija.
Siempre me resultan extraños los trabajos de mujeres hablando de mujeres; el por qué es muy simple: estamos sojuzgados como público a creer que las mujeres son como los hombres dicen que son. Así que, como público y como varón, siempre encuentro un sentido del humor que me hace sentir que me cambiaron el chachachá que estaba bailando. En Una mujer que no duerme, la historia corre tranquila y cotidiana: una joven se acicala para salir a una cita y cuando está a punto de cerrar tras de sí la puerta de su casa, suena el teléfono y, previsible, la plantan con una excusa, seguro, bastante tonta. Allí es cuando comienza la otra historia, no la que ya había comenzado cuando llegamos a la sala en busca de nuestro asiento. Lo que sigue es simplemente una historia de mujeres que igual podría ser una historia de hombres, porque también los hombres sufrimos de insomnio. Pero como dije al principio, existe una cualidad ¿sentimental? o es mejor decir¿emocional? que diferencia un insomnio de otro. El de esta mujer le sirve para hablar de ella, su familia, sus temores, sus miedos,
sus alegrías, sus frivolidades… todo
a ritmo de música pop bien conocida por todo el público.
Un cuarto con lámparas, ¿estarán de moda las lámparas en el teatro? Porque en Madera igual había lámparas… me quedé con la duda… bueno… prosigo: muebles bellos y sencillos en su línea que hacen que la escena ya nos hable de un espíritu femenino en específico. Un vestuario sin afectaciones churriguerescas y una mujer que no se desnuda ni realiza actos obscenos en escena, ni esfuerzos sobrehumanos donde la gota de sudor nos golpea la retina. No hay vasos rotos, ni copas vacías como cantan Los Fabulosos Cadillacs, pero sí, como cantaba José José, ella es pez de río y la pareja que la deja plantada es pez
de mar.
Una historia sencilla que al igual que Madera dura el tiempo exacto para no hacer bostezar al público ni reprimir sus ganas de arrancar a correr por un refresco de cola para calmar la angustia. Una historia de amor y desamor contada de una manera franca, sincera, sin afectaciones ni falsas pretensiones de erudición… al fin es una dramaturgia sustentada en textos perfectamente bien escritos por la señora Lispector. Un vaso de agua fresca dentro de tanta violencia que muchas veces no lleva a ninguna parte, y que eso es otra forma de violencia. No temo parecer cursi si digo esa palabra que los brasileños dicen sin recato alguno: bonito.
Sí, este fue un bonito espectáculo
que me dejó muy satisfecho como espectador, sobre todo porque me hizo
reflexionar un algo más sobre lo poco que los hombres conocemos a las
mujeres.
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Obra de teatro escrita por Juliana Muras y Verónica Mc Loughlin, inspirada en el universo literario de Clarice Lispector
"SOY UNA MUJER QUE TIENE UN CORAZON QUE A VECES SE DA CUENTA." C.L.
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